Siguiendo con el blog, me gustaría escribir sobre algo que comenté un poco por encima en mi post anterior (que por cierto, lo acabo de releer y tiene un tono bastante pesimista...¿por qué sería?). Se trata del kárate. ¡ Que disfrutéis!
El kárate es, como todo el mundo sabe, un arte marcial que nació en Japón, concretamente en las sureñas islas de Okinawa. En los 50 su práctica se extendió a todo el mundo y actualmente, aunque no es un deporte olímpico, goza de gran popularidad. España, concretamente, ha dado muchos campeones del mundo en este deporte. Tras esta breve introducción sobre este gran deporte quiero transmitir las sensaciones que la práctica de este arte marcial me hace suscita.
Cuando llegué a Sophia ya tenía claro que quería apuntarme a algún club de alumnos. En Japón, todos alumnos de las universidades o escuelas se implican a fondo en actividades extraescolares, las cuales suelen tener lugar algunos de los días a la semana después de clase y alguno de los días del fin de semana. El abanico de posibilidades es realmente amplio; tan sólo en mi universidad, que no cuenta con más de 10.000 alumnos, existen alrededor de 50 clubes, tales como fútbol, fútbol sala, baloncesto, rugby, volley, balonmano, lacrosse, tenis, frisbee, hípica, piano, flamenco, flauta, violín, debate, negocio, voluntariado, hiphop, ballet, manga, billar...Y por supuesto, no podían faltar las artes marciales: judo, aikido, shorinji kempo, kendo, y por supuesto, kárate.
¿Por qué elegí kárate? En España ya había practicado durante 3 meses taekwondo, a través de cuya práctica pude conseguir que mi agarrotado cuerpo se adaptara un poco a las exigencias de las artes marciales. Como tan sólo lo había practicado por poco tiempo, pensé que quizás estaba aún a tiempo de poder cambiarme al kárate japonés, cuya práctica en Madrid está también muy extendida. Y así, por probar a ver cuál de los dos me gustaba más, me decidí por apuntarme a kárate en Sophia. Gracias a un amigo de mi amigo Gian, conseguí el teléfono del capitán del equipo, Tetsuro Watanabe.
Tetsuro tardó poco en contestarme al SMS, y a la semana siguiente ya estaba entrando por primera vez en el dojo de la Universidad. De esto hace ya dos meses y medio, pero recuerdo encontrarme a pocos universitarios pero a muchos "Old Boys", o postgraduados. Me sorprendió bastante ver que algunos O.B. tienen más de 40 años...Sin embargo, jóvenes y no tan jóvenes, todos por igual, entranan duro para ser más fuerte, perfeccionar las técnicas y seguir correctamente el Camino, o "do".
Durante mi primera clase, y durante los siguientes sábados hasta hace poco me pusieron a cargo de Oshida-sempai, un OB que puede tener la edad de mi padre, a que me enseñara los movimientos básicos, etcétera. TODO es en japonés, lo que lo convierte en un aliciente extra, pero a veces me cuesta seguir el hilo por no entender bien lo que los maestros explican...Sin embargo, todos hablan conmigo y nadie me aísla por ser extranjero, lo que ha hecho que me sienta muy integrado desde el primer día.
El resto de la semana sólo tengo tiempo para practicar el jueves, ya el martes el entrenamiento me coincide con una clase de derecho constitucional...Los jueves me entreno con Tetsuro, Makoto, Sachiko, Marie, y Nishi. Estos son los miembros actuales del grupo. Los otros tres alumnos de intercambio que se apuntaron han acabado por dejarlo. Al parecer, este club de kárate es uno de los más serios de todos los clubes de artes marciales, se exige mucho y a no todos les apetece comprometerse.
Desde que practico kárate, me he dado cuenta de que este deporte no es sólo tal, sino que es una auténtica forma de vivir la cultural tradicional japonesa. Gracias al kárate, estoy descubriendo el auténtico camino samurai, el respeto a los mayores, el compañerismo entre iguales, el mirar siempre a los ojos y estar alerta, el no usar el kárate para dañar, sino para proteger...Es todo esto lo que supone el especial atractivo de practicar kárate aquí. Para los auténticos karateka, el karate no es un deporte, sino un estilo de vida. Y para mí, el ir cada vez que puedo a entrenar supone contagiarme durante un par de horas de esta forma de ver la vida.
1 comentario:
Si algún día vuelves, me enseñarás a mí el Camino, ok?? Qué envidia te tengo, Fran!! Disfruta!
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